jueves, 8 de enero de 2009

Unas uñas amarillentas y oscuras como la noche, entre dedos un cigarrillo, de esos que huelen fuerte. Intacto, casi inerte, se ve flotar en el ambiente. Nadie me conoce, nadie sabe quien soy, destilan mis pupilas un olor a muerte.
Intento pararme, la cadena tiende a pesar, y busco presa para devorar, heridas que tapar, que no quieren cicatrizar. A lo lejos, esa presa, que nadie escuchara, será arrebatada su alma como el humo y el silencio quedara y será solo su sepulcro.  

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