lunes, 27 de septiembre de 2010

Veo el teclado, siento el frio de sus teclas. Afuera llueve, las gotas limpian mis ventanas, y los truenos mis timpanos. Los relampagos me dan la esperanza de que en algún lugar queda algo de luz, pero se ve tan lejos, que sin duda esa luz no debe ser la mia. Y escucho, el sonido hermoso de las gotas golpeando la vereda, y el olor a humedad que entra por mi ventana semi abierta. La bocina de los autos que apurados buscan llegar a su hogar, quizas por tener alguien a quien abrazar, quizas solo para disfrutar. Que emoción, escucho que alguien golpea en mi departamento, alguien se ha acordado de mi en este día, pero no es más que un joven buscando a un señor de otro departamento. Mi alegria se fue instantaneamente, casi al abrir la puerta lo abrazo, que absurdo. Vuelvo a entrar, miro mi alrededor prendo un cigarro, agarro una medida de ginebra, y empiezo a llorar.

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