Mirabas como si no pudiera amar, haciendo propicio el momento sensato en el que podía resbalar, con cautela me defendí, y seguí, el fuerte se encontraba en mí. Conociéndote, comprendí, que mi alma caminaba al encuentro con la tuya, el camino se hacía largo, y de mi lado las sombras no querían escapar, buscándote en las noches, me solía ver. Día a día, construimos algo, retratos con esencia que no dejan de surgir, pincelando tu retrato en mí reflejo, te encontré. Caminos ensombrecidos quedan por recorrer, neblinas que nos van a confundir, pero de esto no quiero escribir, pues el presente hay que vivir.
A tu lado todo parece incitar a la permanencia, alma que recorre despacio mi vereda, instalándote aquí, quedándote sin espera para poseer todo lo que queda de mí. Ahora hay que seguir el camino estrecho que nos hace sonreír, y en silencio perseguir, la esperanzadora necesidad de una unión sin final.
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