
Día igual a todos, encerrado en noches eternas, con sonrisas apagadas, y almas desaparecidas. Día en que se la vida se apaga, y las lagrimas se acaban, y aparece el brillo asesino que me ha de devorar. Y ellos a mi alrededor, clima frió y abrumador. Ojos que me han de analizar, cuando he de descansar, y los veo con rencor, enemigos, sin cuerpos de pánico, celosos de las riquezas que me han brindado. Y a lo lejos, ese niño que entre sombras se quiere mostrar, uñas mordidas por el céfiro, un ente que nadie cree mirar, y que todos han de ignorar. Te miré, y escapaste entre sombras, aunque tal vez mañana lo vuelva a intentar y quedaras. La gente me dice, que los deje descansar, que no han de molestar, y no se moverán. Si claramente aquí en la tierra han de estar, y cosas raras han de pasar, sentimientos difíciles de explicar, y cuando mi hora allá de llegar, no pido vivir acá, vagando sin descansar. Quiero respuestas, por eso no me suele importar, el hecho de dejarlos descansar, quiero saber que han de mirar.
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