domingo, 2 de noviembre de 2008

Y sin embargo, no lo logre, había decidido disolverse en la soledad y el silencio, algo así como dejarse caer. Sin alcanzarla rogué por que invada mi cuerpo, con puñaladas de fuego, y ante el desgarro inocente del sentido y sosiego, y esas caricias que envenenan mi silencio, exigí que sienta. Que sienta como la quiero


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